Tello, Enric : La Historia cuenta. Del crecimiento económico al desarrollo humano sostenible. Fundació Nous Horizons-El Viejo Topo, Barcelona, 2005, 378 pp.
www.ub.edu/rhi/articulos/bajar/748
viernes, 23 de noviembre de 2007
Otros textos para discutir
Migraciones: ¿Una oportunidad para el desarrollo?
Joaquín Azagra Ros.
http://www.revistadefilosofia.com/10-04.pdf
¿Pero realmente existe una política europea de
inmigración? Dificultades y retos para su concreción*
Dr. Javier A. González Vega
http://www.revistadefilosofia.com/10-05.pdf
Codesarrollo: algunas oportunidades para un
andamiaje constructivo.
José Luis Villena Higueras
Elvira Molina Fernández
http://www.revistadefilosofia.com/10-06.pdf
“…el desarrollo económico puede considerarse como un proceso de expansión de las libertades humanas (...) Es preciso que analicemos las instituciones políticas
y económicas, las oportunidades sociales, las estructuras legales, la corrupción y el
mantenimiento de ciertos modos de conducta”. Amartya Sen
Joaquín Azagra Ros.
http://www.revistadefilosofia.com/10-04.pdf
¿Pero realmente existe una política europea de
inmigración? Dificultades y retos para su concreción*
Dr. Javier A. González Vega
http://www.revistadefilosofia.com/10-05.pdf
Codesarrollo: algunas oportunidades para un
andamiaje constructivo.
José Luis Villena Higueras
Elvira Molina Fernández
http://www.revistadefilosofia.com/10-06.pdf
“…el desarrollo económico puede considerarse como un proceso de expansión de las libertades humanas (...) Es preciso que analicemos las instituciones políticas
y económicas, las oportunidades sociales, las estructuras legales, la corrupción y el
mantenimiento de ciertos modos de conducta”. Amartya Sen
martes, 6 de noviembre de 2007
Es la tesis de Bernard Manin: nuestra vigente democracia de partidos sólo era representativa en la época de la sociedad industrial, caracterizada por una estructura de clases sólidamente articulada de manera estable, cuando las izquierdas representaban a las clases asalariadas y las derechas a las clases medias. Pero aquella sociedad industrial ya no existe ahora. La llamada globalización ha impuesto "el advenimiento de la sociedad posindustrial" (Bell), y aquella vieja estructura de clases se ha fragmentado hasta disolverse en la atomizada individualización actual (Beck). Primero se desintegró la clase obrera, desapareciendo sus redes de solidaridad colectiva, su identidad de oficio y su conciencia de clase. Después se han desclasado las clases medias, tras la amortización de la meritocracia (Sennett) que ha convertido a los profesionales en mileuristas. Y ahora irrumpen por debajo de la pirámide social los nuevos estratos de inmigrantes socialmente excluidos, que como mano de obra sobreexplotada conforman el nuevo ejército laboral de reserva servil. En consecuencia, se ha incrementado exponencialmente la polarización de la desigualdad económica (Krugman), con la apertura de una creciente fractura entre una minoría cada vez más rica de beneficiarios de la globalización ("los de arriba") y una mayoría cada vez más empobrecida ("los de abajo"), ya sea en términos absolutos (la nueva pobreza urbana socialmente excluida) o relativos (jóvenes y mujeres incapaces de emanciparse por sí mismos).
Pero si la estructura social se ha transformado drásticamente, la estructura política no lo ha hecho, pues seguimos gobernados por unas obsoletas democracias de partidos que sólo estaban adaptadas a una sociedad industrial que hoy ya no existe. En consecuencia, ante semejante desajuste entre la estructura social y la superestructura política, reaparece la fractura civil. Una fractura que puede manifestarse de diversas formas, sea a la francesa (con miedo al futuro, odio a la globalización e incendios en las banlieues) o sea a la española (con burbuja inmobiliaria, derroche de nuevos ricos, bloqueo de la emancipación juvenil y explotación masiva de inmigrantes). Pero una fractura que, en todo caso, ha abierto un divorcio insalvable entre los de arriba (la clase política financiada por el mundo de los negocios) y los de abajo: la sociedad civil, hoy desarticulada y reducida a la privacidad. Enrique García Calvo (El País, 4-5-2007)
Pero si la estructura social se ha transformado drásticamente, la estructura política no lo ha hecho, pues seguimos gobernados por unas obsoletas democracias de partidos que sólo estaban adaptadas a una sociedad industrial que hoy ya no existe. En consecuencia, ante semejante desajuste entre la estructura social y la superestructura política, reaparece la fractura civil. Una fractura que puede manifestarse de diversas formas, sea a la francesa (con miedo al futuro, odio a la globalización e incendios en las banlieues) o sea a la española (con burbuja inmobiliaria, derroche de nuevos ricos, bloqueo de la emancipación juvenil y explotación masiva de inmigrantes). Pero una fractura que, en todo caso, ha abierto un divorcio insalvable entre los de arriba (la clase política financiada por el mundo de los negocios) y los de abajo: la sociedad civil, hoy desarticulada y reducida a la privacidad. Enrique García Calvo (El País, 4-5-2007)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)