Migraciones: ¿Una oportunidad para el desarrollo?
Joaquín Azagra Ros.
http://www.revistadefilosofia.com/10-04.pdf
¿Pero realmente existe una política europea de
inmigración? Dificultades y retos para su concreción*
Dr. Javier A. González Vega
http://www.revistadefilosofia.com/10-05.pdf
Codesarrollo: algunas oportunidades para un
andamiaje constructivo.
José Luis Villena Higueras
Elvira Molina Fernández
http://www.revistadefilosofia.com/10-06.pdf
“…el desarrollo económico puede considerarse como un proceso de expansión de las libertades humanas (...) Es preciso que analicemos las instituciones políticas
y económicas, las oportunidades sociales, las estructuras legales, la corrupción y el
mantenimiento de ciertos modos de conducta”. Amartya Sen
viernes, 23 de noviembre de 2007
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3 comentarios:
Como sabéis que tengo predilección por las teorías de Amartya Sen, escojo su comentario para hacer esta reflexión.
Estamos hablando de un hombre que considera los códigos morales como un componente crucial en el desarrollo de la actividad económica, una práctica no muy extendida en el mundo globalizado, pero que resulta imprescindible para entender el trabajo de Sen y las teorías sobre desarrollo humano.
Una conducta ética para solucionar los problemas económicos que afectan a las necesidades más básicas de la humanidad, sin perder el rigor con el que debe ser abordada la práctica económica. Unir ética y economía no es muy habitual, pero Amartya Sen es Premio Nobel de Economía precisamente por apostar por esta combinación.
La breve reseña del blog pertenece a unas conferencias impartidas en 1999, en un foro del Banco Mundial, pero está igualmente presente en el resto de sus trabajos. Para Sen las libertades humanas son el medio y, sobre todo, el fin último del desarrollo. Nuestro autor reconoce que hay formas de diferenciación que debemos aceptar, como preferencias, características, circunstancias…, pero la verdadera igualdad, la que permite a los individuos realizarse en la sociedad, es la que les otorga libertad para elegir (él habla de libertad de agencia). Así habla de des-libertades materiales, económicas, políticas, institucionales, incluso culturales, que restringen la libertad individual.
Amartya Sen considera que las desigualdades económicas tienen en muchos casos un origen cultural o institucional, y aunque estas desigualdades impiden la libertad en otros ámbitos, no son las únicas y considera que tanto como las económicas, afectan otros aspectos como son la discriminación laboral, racial y de grupos minoritarios, los derechos humanos, las dificultades de la mujer para acceder en igualdad al mundo social y económico, falta de democracia y libertad de prensa, impedimento de participación social y política, falta de seguridad ciudadana, etc. Desarrollo y crecimiento económico no es lo mismo. El último debe ser una libertad más, pero no la única y debe ir ligada al resto de las libertades.
Eso sí, también le da al mercado el papel que le corresponde (ya he señalado anteriormente que lo enfoca con el rigor y la seriedad que se merece) y reconoce que siempre que funcione respetando el intercambio voluntario y justo, contribuye a la consecución de las libertades de las que estamos hablando.
En el texto del blog dice Sen “Es preciso que analicemos las instituciones políticas y económicas, las oportunidades sociales, las estructuras legales, la corrupción y el mantenimiento de ciertos modos de conducta”. Precisamente ésta es una “crítica” que se le hace a la medición del IDH (Índice de Desarrollo Humano) que tiene en cuenta 3 factores: economía, salud y educación, pero que cada vez son más las voces (entre ellas la mía) que opinan que debería incluir otros parámetros como podrían ser los que aquí indica Sen. En ese caso, cambiaría mucho el ranking.
Pero debemos tener en cuenta que aunque Amartya Sen se ha ganado el mérito por sus trabajos sobre los países pobres, sus teorías sobre las libertades no se restringen sólo a estos. Todos sus trabajos sobre elección social y desigualdad se refieren en general a la acción pública.
De momento no sigo escribiendo más sobre este autor, pero termino con la referencia que le ha hecho el ya ex Secretario General de la ONU, Kofi Annan: "Los pobres y desposeídos del mundo puede que no tengan un defensor más penetrante y sistemático entre los economistas que Amartya Sen. Al demostrar que la calidad de nuestras vidas no se debería medir por nuestra riqueza, sino por nuestra libertad, sus escritos han revolucionado la teoría y la práctica del desarrollo. La Naciones Unidas, en su propio trabajo sobre el desarrollo, se han beneficiado inmensamente de la sabiduría y el buen sentido de los puntos de vista del profesor Sen".
La apuesta de Sen por la profundización y regeneración democrática como vía decisiva para el combate contra el atraso y la pobreza, supera la antigua prevención de la tradición marxista-leninista contra la democracia "formal" ("libertad, ¿para qué?"). Además, al tratrse de un pensador del Sur, puede desembarazarse de la acusación de colonialismo intelectual.
Os paso un artículo de opinión publicado hoy en La Gaceta de los Negocios, firmado por el profesor de economía de la Universidad de Cantabria, José Villaverde Castro. Por cierto, en su Web tiene más artículos relacionados: http://personales.unican.es/villavej/publicaciones.htm
LA GACETA DE LOS NEGOCIOS. 28/11/2007
Globalización y desigualdad
Casi todo el aumento de la desigualdad se debe al sesgo distributivo del cambio tecnológico
LA globalización económica o creciente interrelación entre las economías de los distintos países es un fenómeno tan complejo y con tantas vertientes o facetas que no es de extrañar que, sobre la misma, haya opiniones de todo tipo y condición, muchas de ellas fuertemente encontradas.
Siendo partidario de la globalización, por el simple hecho de que creo que aumenta las oportunidades de elección para la mayor parte de la humanidad, entiendo también que algunas de sus facetas pueden levantar ampollas. Una de ellas, o al menos así lo indica la creencia popular, es que aumenta la desigualdad entre países ricos y pobres, por un lado, y, dentro de cada país, entre los distintos estratos de la sociedad.
Este último punto, el aumento de las desigualdades sociales dentro de cada país, constituye, precisamente, el leitmotiv de uno de los capítulos de la última edición de las Perspectivas de la economía mundial del FMI, en el que se analizan las relaciones entre globalización y desigualdad.
Tras poner de manifiesto que, en los últimos 20/30 años, los dos fenómenos mencionados han ganado terreno de forma considerable y generalizada, el informe se centra en examinar de qué forma la creciente globalización ha podido generar una mayor desigualdad social en la mayoría de los países.
Para ello, el trabajo empieza por resaltar que la globalización económica presenta una faceta comercial y otra financiera y que ambas, como se muestra en la parte empírica, pueden tener efectos opuestos sobre el grado de desigualdad social. La primera, la globalización comercial entendida como el aumento de las relaciones comerciales entre los países propiciado por una reducción paulatina de las barreras (aduaneras y no aduaneras) al comercio, parece ser que es un elemento que en lugar de ampliar diferencias sociales tiende a reducirlas. La segunda, la globalización financiera, parece, por el contrario, que ha actuado hasta ahora en sentido opuesto. Esto es, haciendo que el nivel de desigualdad social en cada país sea cada vez mayor. En todo caso, lo que el informe demuestra es que el resultado neto de ambos efectos, pese a ser negativo, es de escasa entidad. Ello implica, necesariamente, que, aunque la globalización haya aportado su grano de arena al aumento de la desigualdad, tiene que haber otros culpables del fuerte crecimiento de la misma. Y aquí, el FMI apunta directamente a la tecnología tecnología. En concreto, el informe indica que, en la medida en que el cambio tecnológico favorece la demanda de bienes y servicios con alto contenido tecnológico, los trabajadores más preparados salen mejor parados que los trabajadores menos preparados, lo cual afecta negativamente a la distribución de la renta tanto en los países en vías de desarrollo como en las economías avanzadas.
El análisis empírico llevado a cabo en el capitulo comentado evidencia que, al menos en las dos últimas décadas, esto ha sido sí, y que prácticamente todo el aumento de la desigualdad social es atribuible al sesgo distributivo que muestra el cambio tecnológico.
Si este efecto negativo de la tecnología sobre la desigualdad puede considerarse, al menos indirectamente, que también es consecuencia de la globalización, ésta también presenta —de nuevo de forma indirecta— otros efectos positivos:
por un lado, el mayor y mejor acceso a la educación a, por otro, los cambios en la distribución sectorial del empleo. El efecto positivo de la primera se manifiesta, como es fácil entender, vía un aumento de las oportunidades de formación para todos los estratos de la sociedad; el segundo se manifiesta en tanto en cuanto la globalización favorece el tránsito hacia economías industrializadas y de servicios que sean más productivas que las economías agrarias y, por lo tanto, con mejores oportunidades para los grupos sociales menos cualificados.
En definitiva, y admitiendo que, de forma directa, la globalización ha podido contribuir algo al aumento de las desigualdades sociales, lo que el informe del FMI revela es que es una manifestación indirecta de la misma —el cambio tecnológico— la principal causante de tal aumento. Y que, en línea por lo sostenido por otros estudios, una de las mejores formas de luchar contra esto, sin que ello implique ir en contra de la globalización, sigue consistiendo, por un lado, en proporcionar una mejor educación a los estratos menos favorecidos de la sociedad y, por otro, en promover el cambio estructural.
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