Es la tesis de Bernard Manin: nuestra vigente democracia de partidos sólo era representativa en la época de la sociedad industrial, caracterizada por una estructura de clases sólidamente articulada de manera estable, cuando las izquierdas representaban a las clases asalariadas y las derechas a las clases medias. Pero aquella sociedad industrial ya no existe ahora. La llamada globalización ha impuesto "el advenimiento de la sociedad posindustrial" (Bell), y aquella vieja estructura de clases se ha fragmentado hasta disolverse en la atomizada individualización actual (Beck). Primero se desintegró la clase obrera, desapareciendo sus redes de solidaridad colectiva, su identidad de oficio y su conciencia de clase. Después se han desclasado las clases medias, tras la amortización de la meritocracia (Sennett) que ha convertido a los profesionales en mileuristas. Y ahora irrumpen por debajo de la pirámide social los nuevos estratos de inmigrantes socialmente excluidos, que como mano de obra sobreexplotada conforman el nuevo ejército laboral de reserva servil. En consecuencia, se ha incrementado exponencialmente la polarización de la desigualdad económica (Krugman), con la apertura de una creciente fractura entre una minoría cada vez más rica de beneficiarios de la globalización ("los de arriba") y una mayoría cada vez más empobrecida ("los de abajo"), ya sea en términos absolutos (la nueva pobreza urbana socialmente excluida) o relativos (jóvenes y mujeres incapaces de emanciparse por sí mismos).
Pero si la estructura social se ha transformado drásticamente, la estructura política no lo ha hecho, pues seguimos gobernados por unas obsoletas democracias de partidos que sólo estaban adaptadas a una sociedad industrial que hoy ya no existe. En consecuencia, ante semejante desajuste entre la estructura social y la superestructura política, reaparece la fractura civil. Una fractura que puede manifestarse de diversas formas, sea a la francesa (con miedo al futuro, odio a la globalización e incendios en las banlieues) o sea a la española (con burbuja inmobiliaria, derroche de nuevos ricos, bloqueo de la emancipación juvenil y explotación masiva de inmigrantes). Pero una fractura que, en todo caso, ha abierto un divorcio insalvable entre los de arriba (la clase política financiada por el mundo de los negocios) y los de abajo: la sociedad civil, hoy desarticulada y reducida a la privacidad. Enrique García Calvo (El País, 4-5-2007)
martes, 6 de noviembre de 2007
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2 comentarios:
El texto del profesor de Sociología, Gil Calvo, forma parte de un artículo publicado por el diario El País bajo el título “Ante el “Ballottage” de Sarkozy” (Ballottage: Segunda vuelta electoral) con motivo de las últimas elecciones presidenciales celebradas en Francia. De hecho, una conclusión muy acertada del autor dentro del texto es la que explica que “por una serie de razones relacionadas entre sí (fin de las ideologías, oligarquización de los partidos, profesionalización de la política, marketing electoral, escándalos de corrupción, descrédito de la democracia, etcétera), los ciudadanos ya no se reconocen en sus representantes políticos ni se identifican con ellos, pues consideran que sólo sirven a los intereses sectarios de la cúpula de sus partidos en vez de servir como debieran a los intereses legítimos de sus bases electorales. En consecuencia, los electores han aprendido a desconfiar de sus representantes convencionales, abriéndose un creciente divorcio entre la ciudadanía y la clase política”.
Pero en la reflexión de este texto prefiero centrarme en la nueva división social que establece indicando la irrupción de los nuevos estratos de inmigrantes socialmente excluidos, como mano de obra sobreexplotada. ¿Consecuencia de la globalización? Según el autor, sí. Vamos a verlo nosotros.
Los escritores antiglobalización no dudan en señalar que ésta ha hecho a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. En el lado opuesto encontramos al economista sueco Johan Norberg (nuestro amigo rubio del vídeo “En defensa de la Globalización” (Globalisation is Good/In Defense of Global Capitalism, Channel 4, UK. El documental ha sido premiado incluso) que reconoce que la globalización es un movimiento egoísta y critica a los países del primer mundo que ponen trabas al libre comercio. El autor apunta, citando un estudio de The Pew Center, sobre un sondeo a 38.000 personas de 44 naciones, que el resultado fue que la gente tiene una visión positiva de la globalización en todas las regiones, pero que las impresiones sobre la globalización son mucho más positivas en los países pobres que en los ricos. Si hay un grupo que simpatiza relativamente con las visiones anti-globalización es el de los acaudalados en los países ricos. Incluso va más allá y sostiene que la diferencia no radica en que algunos países fracasan porque sus habitantes son estúpidos o no trabajan lo suficiente. La diferencia radica en que algunos obtienen la libertad para utilizar su inteligencia y para trabajar en beneficio propio y otros no.
Kofi Annan, ex - Secretario General de las Naciones Unidas, ha afirmado que “los principales perdedores en el muy desigual mundo de hoy en día no son aquellos que están muy expuestos a la globalización. Son aquellos que han quedado excluidos”.
Por tanto, ¿globalización sí o globalización no? Depende a quien le preguntemos. Evidentemente no voy a dar yo la respuesta, porque no la sé, pero me apoyo en la tesis del autor de filosofía social Jorge Botella, convencido de que no es la globalización en sí el fenómeno que nos debe preocupar. La pregunta debe ir orientada a qué economía es la que se debe globalizar. Apoya un nuevo orden económico alejado de la especulación y basado en el fundamento social del trabajo y el comercio como un intercambio de servicios, aunque reconoce que no es fácil sustituir los hábitos económicos que tanto beneficio ha reportado a los más poderosos.
Consecuencia inequívoca de la globalización es la irrupción de nuevos sectores de inmigrantes socialmente excluidos, como mano de obra sobreexplotada, como indica el texto que estamos tratando y que incluso Johan Norberg reconoce necesario dentro del sistema de economía global. La facilidad con la que habla de la explotación ajena, de los países pobres, aunque no es el único que sostiene que esa situación es necesaria para el desarrollo económico de los países subdesarrollados. El ejemplo de Nike y de cómo baja los salarios de los trabajadores para que sus productos sigan siendo competitivos en el mercado y el comentario de “la globalización no es un camino de rosas, produce beneficios a largo plazo” me hace cuestionar su propio valor, porque ese largo plazo es precisamente para los países y los trabajadores que hacen posible que existan empresas productivas que se suben al tren de la globalización, para los que más necesitan de sus beneficios y los últimos en ver los resultados.
Los excesos de la globalización están afectando por igual a los trabajadores de los países pobres, tanto en sus regiones de origen como a los inmigrantes hacia zonas desarrolladas. Son los pobres los explotados, inmigrantes o no. Y un buen ejemplo lo tenemos en Almería. Mano de obra barata dispuesta a trabajar sin horario en los trabajos rechazados por los autóctonos, labores no regularizadas, economía sumergida y una espiral de precariedad que no sabemos si tendrá fin en ese largo plazo del que hablaba antes.
Para concluir me permito citar el estudio de los 2 profesores de esta asignatura, A.S. Picón y J.A. Aznar, “Diversidad Migratoria en las 2 orillas del Mediterráneo”, que reconoce que este tipo de trabajos que desempeñan estos inmigrantes residentes en Almería, aunque algunos han alcanzado cierta estabilidad, sigue perpetuando una importante precariedad laboral que frena sus posibilidades de promoción social
No quiero engordar tu ego, pero el comentario me parece, de nuevo, excelente en fondo y factura. En el párrafo se insinúan los problemas de pérdidad de calidad democrática y de gobernanza que lleva aparejados el proceso de globalización. Me parece intresante también la aportación que recoges de Botella y su enfoque ético de una actividad económica basada en el desarrollo de la economía productiva. La controversia entre ésta y la meramente especulativa es unn tema que no hemos abordado en las sesiones y tiene un gran interés.
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