sábado, 26 de enero de 2008

Política de civilización (por S. Naïr)

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Sarkozy/copia/torticera/ideas/elpepuopi/20080126elpepiopi_11/Tes

4 comentarios:

Canelita dijo...

A partir del texto de Sami Naïr, he rescatado un artículo publicado en El Universal en abril de 2006, siendo Nicolas Sarkozy Ministro de Interior de Francia, en el que se defendía de las acusaciones de xenofobia hacia su proyecto de ley de inmigración, que buscaba atraer a una nueva generación de trabajadores cualificados que pudiesen, según dijo, “abrazar los valores y tradiciones francesas para mejorar las relaciones entre razas”. Imagino que para esto ya está el Ministerio de Inmigración, Identidad francesa y Codesarrollo, cuyo nombre me llama muchísimo la atención.
En fin, que mientras los jóvenes franceses de origen árabe o africano protestaban con violencia contra el racismo y la falta de oportunidades laborales para los hijos de inmigrantes y los líderes de la Iglesia, grupos de apoyo a los inmigrantes y la oposición de izquierda criticaban con dureza el proyecto legislativo, se acusaba a Sarkozy de buscar los votos que finalmente le han hecho Presidente de la República.
La mencionada ley dificulta que los inmigrantes puedan llevar a sus familiares a Francia, obliga a los recién llegados a tomar clases de francés y deberes cívicos, y termina con su derecho automático de acceder a un permiso de residencia a largo plazo tras permanecer en el país más de 10 años.
También ideó un permiso de residencia de tres años para "habilidosos y talentosos" con el objetivo de atraer a trabajadores cualificados.
Sarkozy dijo que sus políticas buscan atender las preocupaciones públicas sobre la afluencia de extranjeros y permitirían a Francia seleccionar a los inmigrantes, en lugar de recibir a todo aquel que llegue.
"La inmigración selectiva es practicada por casi todas las democracias del mundo. Y en esos países, el racismo y la extrema derecha son menos fuertes que aquí. En pocas palabras, es un baluarte contra el racismo", expresó Sarkozy.
"Nosotros debemos reaccionar debido al fracaso de nuestro sistema de integración", añadió el entonces ministro.
Por otro lado – ya lo comentamos en clase-, Sarkozy, ha encargado a dos Premios Nobel de Economía, Joseph Stiglitz y Amartya Sen, reflexionar sobre cómo cambiar los instrumentos para medir el crecimiento, en relación a la contabilidad nacional y el PNB (Producto Nacional Bruto), que debe tener en cuenta la "calidad de vida de los franceses”, según dijo el Presidente. Naïr comenta que el concepto de unos "bienes universales" al margen del mercado, como educación, salud y vivienda, es atacado por las propuestas y acciones de Sarkozy y ya en mi exposición hablé de la importancia máxima que Sen le otorga a estos conceptos como medio indispensable para acabar con la pobreza y, por tanto, con el problema migratorio.
Amartya Sen ha aceptado dar sus consejos a Sarkozy y Joseph Stiglitz presidirá el comité de expertos. A ver lo que sale…

Andrés Sánchez Picón dijo...

Estaremos al tanto, pero tengo la impresión de que el habilidoso Sarkozy está desbordando el discurso tradicional que desde la izquierda se hacía del fenómeno inmigratorio. En la próxima legislatura española veremos como algunos de sus planteamientos son importados, gane quien gane.

Canelita dijo...

Artículo publicado el sábado en Cinco Días.

http://www.cincodias.com/articulo/Directivos/Inmigracion/integracion/competitividad/cdspor/20080202cdscdidir_8/Tes/

Inmigración, integración y competitividad

España ha vivido una profunda transformación social en los últimos siete años, con la entrada de tres millones y medio de inmigrantes. Las oportunidades de empleo de nuestra economía, capaz de crear cuatro millones de puestos de trabajo en apenas un lustro, han constituido el principal factor de atracción para los extranjeros, cuya llegada ha sido un fenómeno de intensidad inusitada.

Ahora, superada esta primera fase del fenómeno inmigratorio, surge el gran desafío: la integración de la población extranjera. Es un reto importante, complicado además por la progresiva pérdida de competitividad de la economía española. Sin embargo, es un desafío perfectamente abordable, ya que aquellas medidas que hagan más competitivo a nuestro país incrementarán también su capacidad de acogida. Es más, hay sinergias potenciales. La entrada de inmigrantes puede considerarse una oportunidad para consolidar un nuevo modelo de crecimiento, pues, como demuestra la experiencia internacional, una inmigración bien gestionada tiene consecuencias positivas a medio plazo para la sociedad de acogida. En nuestro caso, el objetivo ha de ser la modernización de la estructura productiva.

El mercado de trabajo y el sistema educativo están llamados a desempeñar un papel determinante en tanto que ámbitos clave para la integración y la prosperidad. Se trata, asimismo, de dos esferas cada vez más interdependientes en un mundo cambiante que exige mejor capital humano, haciendo de la formación un proceso de aprendizaje continuo a lo largo de toda la vida. Ahí radica precisamente uno de los problemas de competitividad de la economía española. A las elevadas tasas de abandono de los estudios y a los malos resultados que nuestros estudiantes obtienen en las comparativas internacionales se suma el escaso esfuerzo que empresas y trabajadores hacen en la formación continua, entre otras razones por el fuerte desincentivo que la legislación laboral ha generado en forma de elevada temporalidad, un problema grave entre los inmigrantes.

Por otra parte, y para sorpresa de algunos, hay que señalar que los trabajadores extranjeros están más preparados que el español medio (ocurre lo contrario entre los estratos de edad -jóvenes adultos- en que se mueve la mayoría de los inmigrantes). Los datos indican incluso que estos trabajadores presentan un grado elevado de sobrecualificación para los puestos que ocupan, desaprovechándose su capital humano, factor esencial para el desarrollo de un nuevo modelo competitivo.

Como se ve, nos encontramos ante un auténtico rompecabezas. ¿Podemos hacer encajar piezas tan complejas? Desde luego, no bastará con medidas aisladas; se precisan políticas de alcance y bien coordinadas. El educativo, y en concreto la formación profesional, es uno de los campos que mayores posibilidades ofrece.

La formación profesional que España necesita responde al modelo de aprendizaje permanente. Esto exige la articulación del sistema en una etapa reglada con un nexo flexible pero fuerte con el mundo laboral, en el que la formación prosiga además en sus fases continua y ocupacional. Por ejemplo, un sistema de formación profesional que permitiera reconocer las cualificaciones que traen consigo los inmigrantes y que facilitara el desarrollo de las mismas mediante la formación continua, iría en beneficio de la integración de los inmigrantes y de la competitividad de la economía española.

Afortunadamente, la formación profesional en España parece estar superando el desprestigio en el que tradicionalmente ha estado sumida. Las estadísticas muestran que un porcentaje creciente de estudiantes elige esta opción. Esto es incluso más evidente entre los inmigrantes, pues en los últimos años una mayoría de ellos se inclina por esta vía educativa al finalizar la educación obligatoria.

Aún quedan mejoras que pueden y deben introducirse en la formación profesional, con el objetivo de que el sistema pueda transmitir, mantener y actualizar las competencias que necesita la modernización de la economía española. En el caso de los inmigrantes debe tenerse en cuenta que presentan mayor movilidad, pero menor conocimiento de la realidad laboral de nuestro país. Por ello, habría que hacer un esfuerzo especial para orientar a estos estudiantes hacia las cualificaciones que se demandan en nuestro mercado de trabajo y que mejor se adaptan a sus capacidades.

En resumen, la integración se erige en factor fundamental de bienestar social y económico ante la inmigración, un proceso dinámico que continuará en el futuro. Y la formación profesional puede convertirse en una vía muy válida para esa integración, puesto que por un lado puede contribuir a la inserción laboral y social de los jóvenes inmigrantes y, por otro, puede incrementar la empleabilidad de los trabajadores inmigrantes a través de la formación continua y ocupacional.


María Jesús Valdemoros Erro. Directora del Servicio de Economía Cuantitativa del Círculo de Empresarios

Anónimo dijo...

Creo que se está produciendo una desmantelación del Estado y de su protección, en favor de un modelo americanizado. Europa, con una fuerte tradición de intervencionismo estatal, es reticente de admitir su nuevo rumbo, aunque las decisiones que se están tomando, tanto en el seno de los Estados como de las instituciones europeos van encaminadas a la desprotección del ciudadano, a rebajas fiscales y disminuciones del gasto público.
La negativa del parlamento europeo a las 65 horas semanales no debe confudirnos, ya que muchas otras medidas si han sido aprobadas